24 de diciembre de 2009

buscando el significado de la navidad

Cuando era muy niña como parte de las actividades del colegio católico en que estudié, se solía realizar el pesebre viviente, en esta representación la gran mayoría de los niños participábamos del acto. Por lo general, debido a mis características físicas solía interpretar a una humilde pastora, de las que cuidaban las ovejas y el ganado mientras nacía el "redentor en el pesebre". 
Los roles de la virgen María, José y por supuesto el niño Jesús eran protagonizados por niños blancos, rubios casi siempre descendientes directos de italianos y españoles.
El acto escolar duraba unas tres horas, se cantaban aguinaldos, había un coro de los niños del colegio, bastante bueno por lo que recuerdo, la actividad, que cumplía año tras año el mismo cronograma culminaba con un compartir de biscochuelo y vino de plátano, luego de la llegada de los reyes magos.
Para todos nosotros, los niños del colegio, esa representación era lo más sagrado que sucedía en el año, además de la connotación religiosa que tenía para nosotros, había un profundo respecto por la veracidad de los hechos anteriormente representados.
Luego, ya en la casa, con la familia el pesebre y el árbol, los primos y los regalos... el centro de toda la fiesta, de los vecinos de la cuadra la mañana del 25, efecto que duraba a veces hasta la primera semana de clases en el mes de enero, donde todos los compañeritos mostrábamos y uno que otro comparaba o alardeaba sobre el juguete favorito.
Unos años después ya en la adolescencia las cosas no cambiaron mucho, y no han cambiado mucho hasta ahora, de forma general, el centro de la celebración: los regalos, las ropas, las pintas como llamamos los venezolanos. 
Debo aclarar algo en este punto, paulatinamente fui con el tiempo haciéndome menos católica en el pensamiento y más en lo formal, pues para poder recibir mi título de bachiller debí recibir el "sacramento de la confirmación de mi fé", algo que para ese momento ya era bastante confuso, pues los valores que veía en el catolicismo, al menos en los colegios donde estudié, giraban en torno a la acumulación de bienes materiales, el consumismo, la hipocresía, el machismo y el racismo, claro, todo esto acompañado de una educación técnica bastante rigurosa en comparación con otros estándares.
Pienso que afortunadamente y a tiempo, respetando por supuesto a algún católico que pueda leer este blog, pude separarme de esta creencia religiosa y descubrí otras formas de relacionarme con el mundo espiritual.
Cuando viví en Cuba, donde tuve la oportunidad de pasar 3 "navidades", me sentí bastante regocijada, cómo extraño la isla, en que el 24 de diciembre es un día como cualquier otro, confieso que esas tres navidades me pasaron desapercibidas, debiendo ofrecer disculpas telefónicas a mi familia por haber olvidado la celebración y no dar señales de vida, el que haya vivido en la isla grande sabe que existe esa cosa inexplicable que hace perder la noción del tiempo.
Con el fin de año, me relaciono de forma distinta, aunque entiendo que al igual que la navidad es una tradición post colonialista impuesta tanto en contenido como en calendario, el absurdo calendario gregoriano que hoy dicta las reglas temporales, y nos dice que el año termina el 31! bueee... pero a pesar de todo esto, compagino un poco más con la excusa de estar juntos y celebrar los logros de un ciclo pasado y esperar con ansias el siguiente.
Cada vez que termina un ciclo, independientemente de calendario, no puedo evitar pensar que para celebrarlo, nuestras costumbres contribuyen a la destrucción de nuestro planteta, como diría el querido Walter Martinez "nuestra querida, contaminada, y única nave espacial", yo al igual que los demás soy parte de la destrucción, algunas veces más consciente que otras, de este bello planeta, qué majestuoso y gratificante cada sonido del mar, cada atardecer, cada canto de pájaros... no es por ser romántica ni poética, que de ambas cosas tengo muy poco, pero es bello. En algún momento pensé que moriría sin ver la destrucción a la cual contribuí, pero cada día que pasa, cada ciclón, terremoto, derrame petrolero y deshielo, no puedo evitar temblar al ver a esta hermosa madre muriendo delante de mis ojos, es inevitable, y no quisiera pensar en el futuro, en nuestra descendencia.

Feliz año!