3 de enero de 2009

UN PARENTESIS PARA HABLAR DE GAZA

Israel ataca ya Gaza por tierra, mar y aire. Los tanques y la artillería hebrea se sumaron por primera vez a una ofensiva contra Hamás que ya es total. Diez mil soldados esperaban a media tarde a las puertas de la Franja la orden de avanzar e iniciar una invasión terrestre que, según los mandos, tiene el objetivo de neutralizar los puntos desde donde se lanzan cohetes a suelo israelí. Al caer la noche llegó la orden y las tropas cruzaron la frontera para lanzar la segunda y la que esperan sea definitiva parte de su operación contra la milicia islamista. Nada más traspasar la línea limítrofe, comenzaron a llegar las primeras noticias de enfrentamientos armados con fuerza integristas en la Franja.


Los movimientos de los últimos días anunciaban la inminencia de una operación en la que los dirigentes hebreos se juegan mucho después del fracaso de la guerra contra Hezbolá en Líbano en el verano de 2006. Aquella herida la tratan ahora de curar en una franja de Gaza que resultaba difícil de advertir a lo largo de toda la jornada entre la espesa capa de humo levantada por los constantes bombardeos. En total fueron más de cuarenta objetivos los alcanzados en las horas previas a la entrada de los tanques en juego, entre ellos la principal vía de comunicación que recorría la Franja de norte a sur y que fue atacada en tres puntos distintos y una mezquita en Beit Lahiya, donde murieron catorce personas, el sexto templo atacado en los últimos días.
Muchas bajas
Salida de ciudadanos extranjeros, lanzamiento de panfletos pidiendo a los civiles que no apoyen a Hamás, movilización de los blindados... Todo apuntaba a una operación terrestre que, según algunos analistas, depara un futuro incierto debido al alto riesgo por parte del Ejército de sufrir un elevado número de bajas. A esto hay que añadir lo extremadamente complicado que resulta diferenciar a la población civil de los milicianos de Hamás en uno de los lugares más densamente poblados de la tierra. Pero por lo demostrado hasta el momento, las bajas civiles no importan demasiado a los mandos israelíes.
Hamás, que respondió a lo largo de toda la jornada con el lanzamiento aislado de cohetes, perdió a otro de sus mandos militares durante los bombardeos. El comandante Manduk Yamal es el tercer hombre de peso del grupo fundamentalista asesinado y, según el Ejército hebreo, estaba a cargo de «varias brigadas de lanzamiento de cohetes».
Instantes antes de la ofensiva terrestre, los medios israelíes informaban de la petición por parte de Hamás del inicio de conversaciones en Egipto para alcanzar un alto el fuego. Una noticia que contrastaba con el mensaje lanzado a primera hora de la mañana por el líder de la organización en el exilio, Jhaled Meshaal, que amenazó con «secuestrar soldados» en cuanto comenzara la operación terrestre. «El precio a pagar será muy alto y supondrá la tumba de los israelíes», añadió. Incluso los 'hackers' del Ejército hebreo entraron en acción para colarse en la emisión de la cadena Al-Aqsa, perteneciente al movimiento radical, para lanzar un mensaje pidiendo a la población que informe a los soldados de los lugares donde se esconden los milicianos.
Al iniciarse la ofensiva terrestre, los medios árabes contactaban con sus corresponsales que lamentaban la falta de liderazgo en el interior de Gaza. Hace meses que los líderes de Hamás viven bajo tierra, a salvo de las bombas de Israel, y en la superficie los ciudadanos permanecen sumidos en la incertidumbre constante de lo que esta nueva operación judía les puede deparar.
Jornada de fiesta
Ni las peticiones de alto el fuego lanzadas tímidamente por la comunidad internacional, ni las palabras de George W. Bush acusando a Hamás de ser el único culpable de esta situación se escucharon en Kfar Aza. En una de las colinas de esta localidad situada a escasos kilómetros de Gaza, decenas de israelíes acudieron a pasar el Sabath, su día festivo, provistos de prismáticos y cámaras de fotos. La guerra convertida en espectáculo, en pasatiempo para una población que no sabe lo que es vivir en paz.
El presidente palestino Mahmud Abbas condenó «vigorosamente» la invasión y anunció que estas acciones «tendrán graves consecuencias». Al mismo tiempo, el líder de la ANP ha reclamado una reunión urgente del Consejo de Seguridad de la ONU para parar la ofensiva, según anunció el negociador Saëb Erekat.
No parece, sin embargo, que su iniciativa vaya a tener mucho éxito, si nos atenemos a los manifestado por otros organismos internacionales. Sin ir más lejos, la Unión Europea, que desde el día uno de enero, preside la República Checa, manifestaba por medio de un portavoz que la acción israelí «era defensiva, no ofensiva».
Con este panorama tan favorable a la postura judía, no es de extrañar que una de la voces más destacadas de su Ejército, el general Avi Benayahu, indicase poco después de darse la orden de ataque que el campaña terrestre durará «muchos días». «No será una excursión de colegio. Nos tomaremos el tiempo necesario, que será extenso», afirmó Benayahu en declaraciones a la televisión hebrea Channel Two.
De poco sirvieron, por tanto, los cientos de miles de manifestantes que como una marea arrolladora se lanzaron a las calles de las capitales de casi todo el planeta para exigir a Israel que parara sus ataques contra Gaza y que no intentara llevar a cabo una ofensiva terrestre. Otra vez la palabra sometida a las armas.